Mira en derredor tuvo y trata de encontrar a una sola
persona que sea auténticamente feliz: sin temores de ningún tipo, libre de toda
clase de inseguridades, ansiedades, tensiones, preocupaciones... Será un
milagro si logras encontrar a una persona así entre cien mil. Ello debería
hacerte sospechar de la "programación" y las creencias que tanto tú
como esas personas tienen en común. Pero resulta que también has sido
"programado" para no abrigar sospechas ni dudas y para limitarte a
confiar en lo que tu tradición, tu cultura, tu sociedad y tu religión te dicen
que des por sentado. Y si no eres feliz, ya has sido adiestrado para culparte a
ti de ello, no a tu "programación" ni a tus ideas y creencias
culturalmente heredadas. Pero lo que empeora aún más las cosas es el hecho de
que la mayoría de las personas han sufrido tal lavado de cerebro que ni
siquiera se dan cuenta de lo infelices que son...: como el hombre que sueña y
no tiene ni idea de que está soñando.
¿Cuáles son esas falsas creencias que te apartan de la
felicidad? Veamos algunas. Por ejemplo, ésta: "No puedes ser feliz sin las
cosas a las que estás apegado y que tanto estimas". Falso. No hay un solo
momento en tu vida en el que no tengas cuanto necesitas para ser feliz. Piensa
en ello durante un minuto... La razón por la que eres infeliz es porque no
dejas de pensar en lo que no tienes, en lugar de pensar más bien en lo que
tienes en este momento. O esta otra: "La felicidad es cosa del
futuro". No es cierto. Tú eres feliz aquí y ahora; pero no lo sabes.
Porque tus falsas creencias y tu manera deformada de percibir las cosas te han
llenado de miedos, de preocupaciones, de ataduras, de conflictos, de
culpabilidades y de una serie de "juegos" que has sido
"programado" para jugar. Si lograras ver a través de toda esa maraña,
comprobarías que eres feliz... y no lo sabes.
Otra falsa creencia: "La felicidad te sobrevendrá
cuando logres cambiar la situación en que te encuentras y a las personas que te
rodean". Tampoco es cierto. Estás derrochando estúpidamente un montón de energías
tratando de cambiar el mundo. Si tu vocación en la vida es la de cambiar el
mundo. ¡adelante, cámbialo!; pero no abrigues la ilusión de que así lograrás
ser feliz. Lo que te hace feliz o desdichado no es el mundo ni las personas que
te rodean, sino los pensamientos que albergas en tu mente. Tan absurdo es
buscar la felicidad en el mundo exterior a uno mismo como buscar un nido de
águilas en el fondo del mar. Por eso, si lo que buscas es la felicidad, ya
puedes dejar de malgastar tus energías tratando de remediar tu calvicie, o de
conseguir una figura atractiva, o de cambiar de casa, de trabajo, de comunidad,
de forma de vivir o incluso de personalidad. ¿No te das cuenta de que podrías
cambiar todo eso, tener la mejor de las apariencias, la más encantadora
personalidad, vivir en el lugar más hermoso del mundo... y, a pesar de ello,
seguir siendo infeliz? En el fondo, tú sabes que esto es cierto; sin embargo,
te empeñas en derrochar esfuerzos y energías tratando de obtener lo que sabes
muy bien que no puede hacerte feliz.
Y otra falsa creencia más: "Si se realizan todos tus
deseos, serás feliz". También esto es absolutamente falso. De hecho, son
precisamente esos deseos los que te hacen vivir tenso, frustrado, nervioso,
inseguro y lleno de miedos. Haz una lista de todos tus apegos y deseos, y a
cada uno de ellos dile estas palabras: "En el fondo de mi corazón, sé que
aunque te obtenga te alcanzaré la felicidad". Reflexiona sobre la verdad
que encierran estas palabras. Lo más que puede proporcionarte el cumplimiento
de un deseo es un instante de placer y de emoción. Y no hay que confundir eso
con la felicidad.
¿Qué es entonces, la felicidad? Muy pocas personas lo
saben, y nadie puede decírtelo, porque la felicidad no puede ser descrita.
¿Acaso puedes describir lo que es la luz a una persona que no ha conocido en
toda su vida más que la oscuridad? ¿O puedes quizá describir la realidad a
alguien durante un sueño? Comprende tu oscuridad, y ésta se desvanecerá;
entonces sabrás lo que es la luz. Comprende tu pesadilla como tal pesadilla, y
ésta cesará; entonces despertarás a la realidad. Comprende tus falsas
creencias, y éstas perderán fuerza; entonces conocerás el sabor de la
felicidad.
Fuente: Libro, Una llamada al amor
Autor: Anthony de Mello
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